Mamá, ¡tengo más seguidores que tú en Instagram!
Horror. Pánico. ¿Mi hija está en Instagram? ¿Y yo no lo sé? ¿Me he dado un golpe en la cabeza y he estado inconsciente 20 años? No. Mi hija tiene 11 años y está en Instagram. ¡No me lo puedo creer!
Humor aparte, después de su gran declaración empezaron las reflexiones, que por obvias, no voy a repetir una por una. Controlo desde mi móvil las redes sociales donde están mis hijos. Su seguridad es mi único objetivo. Aunque además no tienen permiso para darse de alta en ninguna sin mi consentimiento. Hasta que llega un día en que para ellos es tan normal formar parte del mundo virtual que se dan de alta en una de la que ni siquiera he oído hablar, siendo incapaz de seguirles el rastro en la red. ¡Alarma de nuevo!
Esta mañana leía un artículo del juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, donde en un interesantísimo decálogo de cómo convertir a nuestros hijos en delincuentes, hablaba de normas de conducta y de la educación que damos a nuestros hijos. Mencionaba también el uso de los móviles, no aconsejables a menores de 14 años.
Muchos son los blogs y artículos escritos acerca de la tecnología y los niños. Unos en contra nombrando tantos aspectos dañinos que yo también tiraría el móvil. Otros, explicando que bajo una correcta supervisión paterna ayudan a desarrollar capacidades.
Y de nuevo surge la eterna pregunta: ¿Pero a qué edad es recomendable hacer uso de los móviles? La respuesta la tenemos los padres. Depende de la necesidad que el padre tenga de que su hijo esté comunicado, su edad, la utilidad que le da… Es horrible como te miran los otros padres tanto si les dices que tu hijo tiene móvil como si no, ¡nunca aciertas! Por supuesto no se lo preguntaremos a las compañías telefónicas. Lo cierto es que la sociedad actual nos lleva a convertir a nuestros hijos en los raros de la clase si no disponen de móvil, tablet o cualquier otro artilugio de este tipo.
Recuerdo la cara de mi hija cuando nos pedía un móvil con 11 años y le dimos uno antiguo (de 2 años anteriores), sin 3G y tocando la pantalla nos dijo:
– ¡Está estropeado!
Cuando le explicamos que sólo era para llamar:
– ¡Yo esto para que lo quiero!
Creo sinceramente que la educación es la única manera de proteger de forma real a nuestros hijos. Dejarlos que se muevan en Internet tiene los mismos riesgos que dejarlos que se muevan solos en la calle. La mayoría de normas que sirven para el mundo real, sirven para el virtual. La frase que ya nos decían nuestras abuelas, ”no hables con desconocidos”, ¿creéis que ha caducado?
Desde mi punto de vista mantener un equilibrio entre lo virtual y lo real parece lo más sensato. Los niños deben entender los riegos que puede conllevar un mal uso de las tecnologías, igual que no atender determinadas normas en el mundo real. Ir de excursión sin saber la ruta hará que uno se pierda, ir a la playa sin protector solar hará que nos quememos, tomar más copas de la cuenta hará que nos emborrachemos, cruzar la calle sin mirar, etc.
Y llegados a este punto es donde se produce la paradoja: si nuestros hijos se pierden yendo de excursión ¿qué será lo mejor que pueden hacer? Intentar hacer una llamada de emergencia desde el móvil y mantener el GPS activado para que los podamos geolocalizar.
En conclusión creo que nos asusta lo desconocido ya que nosotros no hemos nacido en la era digital y nos hemos visto inmersos en ella a una edad adulta, pero todo aquello que sirve para el mundo real puede servir para el virtual: uso pero no abuso, cuestionar la información que se recibe, no fiarse de los desconocidos.
La era digital está aquí y ha llegado para quedarse. Es una realidad a nivel global y no podemos obviarla, sino aprender a convivir con ella y aprovechar todas las oportunidades que nos brinda, a nosotros y a los nuevos pequeños usuarios digitales.