Cómo el lindy hop puede ayudar a construir una relación más fuerte entre marcas y personas.

Empezaré con una confesión: me he apuntado a clases de lindy hop. No dejéis que su nombre os confunda. El lindy hop, lejos de ser una disciplina marketiniana de esas que surgen cada tanto con nombres tan vistosos como growth hacking, es un estilo de baile nacido alrededor de la música swing. Sin embargo, os puedo asegurar que este baile no solo me ha enseñado a llevar el ritmo y a no pisar los zapatos de mis sufridos acompañantes, sino también algunas valiosas lecciones de marketing que nos pueden ayudar a construir una relación más fuerte entre marcas y personas.

Lo importante es la actitud

En este baile no hace falta una gran técnica ni tener el cuerpo de los bailarines del ballet de Moscú. Lo único imprescindible es echarle ganas y derrochar personalidad. Las marcas que triunfan hoy también han dejado de obsesionarse por ser perfectas y han empatizado con nosotros mostrándose naturales. Comunicarse de manera menos rígida y más humana con los consumidores, asumir que es imposible gustar a todo el mundo y mantenerse fiel a una manera propia de entender el mundo son factores clave para ganar carisma y personalidad.

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La conexión lo es todo

El lindy hop se baila en pareja y requiere dos roles complementarios para que la cosa funcione: leaders y followers. Ser líder significa llevar la iniciativa y marcar los pasos, pero sobre todo implica ser capaz de comunicar a la otra persona los movimientos que vienen a continuación sin tener que decírselo. Para que esta especie de magia se produzca hace falta trabajar la conexión entre ambos. A veces surge y a veces no, pero si la consigues, tendrás un partner de por vida.

En el mundo del marketing, las marcas también deben aprender a bailar al mismo compás que los consumidores. Todo se basa en conocer bien a quién queremos sacar a la pista. Solo así sabremos tomarle del brazo en el momento justo y ofrecerle una experiencia danzarina capaz de hacer que nos pida otro baile. La información, gracias al boom digital y al big data, está ahí fuera. El reto está en saber interpretarla y utilizarla para lograr esa tan deseada conexión.

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Olvídate del miedo al cambio  

La zona de confort no existe en el lindy hop. Cuando te hayas habituado al estilo de tu pareja y sientas que empezáis a ir coordinados, ¡zas!, cambio de pareja y vuelta a empezar. El mundo también evoluciona a un ritmo al que las marcas no tienen tiempo de acomodarse y nos lanza nuevos retos y oportunidades cuando aún estamos asimilando los que llegaron anteayer. Por eso, recuerda que en marketing nunca se deja de aprender y no te aferres a viejas costumbres. Solo estando atentos a los cambios sabremos liderarlos y marcar el ritmo de nuestro sector.

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¡Quién lo iba a decir! Sabía que bailando se aprenden muchas cosas, pero nunca hubiera imaginado que el marketing podía ser una de ellas. Eso o tengo una deformación profesional como un piano. No descarto ninguna de las dos opciones.

 

Ester Solana

@EsterSolana

 

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