El crecimiento del uso del móvil y el cambio en el comportamiento del consumidor hacen necesaria una adaptación de las estrategias de marketing.

Recuerdo mi primer teléfono móvil. Tenía una pantalla monocroma de 84 x 48. Recuerdo que cuando me lo regalaron lo primero que hice fue guardar mis contactos en la agenda y enviar sms a mis amigos que también tenían uno, no creo que fuesen más de 10. Poco más, porque realmente su único uso era ese. Ni aplicaciones, ni internet… ni siquiera música.

Hagamos un ejercicio de memoria: Cuando fue la última vez que mandaste un sms? Y la última vez que te descargaste una App? Dicho esto, sobran las palabras.

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A medida que aumenta el grado de sofisticación de los dispositivos, aparecen nuevas formas de interactuar con ellos, ha cambiado el uso y se han desarrollado toda una serie de gadgets que los complementan.

Nos llevamos el teléfono cuando salimos a correr, lo usamos como cámara fotográfica, como planificador semanal, es nuestra tarjeta de crédito y nuestro guía cuando nos perdemos, y por si fuera poco el uso del móvil para navegar por internet ya supera al del resto de dispositivos.

El cambio en el comportamiento del consumidor viene de la mano de un cambio en las estrategias de marketing y de un esfuerzo de las marcas por entender el customer journey a través del pequeño dispositivo.

El desarrollo de aplicaciones vinculadas a la marca refuerzan el brand experience y fidelizan al cliente, al cual podremos conocer de forma mucho más precisa.

Esta gran capacidad de segmentar, en buena parte gracias a la geolocalización, convierte al smartphone en un gran aliado para las marcas, que si hacen sus deberes , verán como aumenta la efectividad de sus campañas.

Bea Valentin

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