La Economía colaborativa, el sistema económico en el que se comparten e intercambian bienes y servicios a través de plataformas digitales, empieza a revolucionar el sistema tradicional de consumo que gobernaba hasta día de hoy.

El factor digital es un medio esencial para la contribución a este sistema ya que sirve de plataforma a través de la que los integrantes pueden interaccionar. Lo interesante de este sistema, abierto y dinámico, es que los usuarios seleccionan el rol que desean en cada momento, o varios roles simultáneamente, por ejemplo, vendedor y comprador.

En España desde 2012 se empezó a extender el uso de la Economía Colaborativa a través de plataformas como Airbnb, Bla Bla Car, Uber…  Un estudio que publicó el Foro Europeo de Economía Colaborativa (sept. 2016) reveló dos datos muy importantes:

  • En España el 6% de la población utiliza la economía colaborativa, bien para consumir o para ofrecer productos y servicios de manera habitual situándose a la cabeza de Europa, donde la media es del 5%.
  • El sector del transporte y alojamiento suponen el 80% de estas inversiones. Durante los próximos años, también veremos cómo en sectores tradicionales como el financiero, que ahora supone un 6%, comenzarán a ganar peso en estos nuevos modelos.

Esta nueva forma de economía va de la mano del llamado grupo de los Millenials, cuyo lema se puede decir que es “compartir y experimentar mejor que poseer” esta nueva generación deja en un segundo plano a la propiedad privada y prioriza conceptos como la experiencia, la conectividad y la comunidad. Para las empresas cuyo público son los millenialls deben tenerse en cuenta estos nuevos valores en los productos, servicios o en la manera de comunicarse con ellos.

¿Cómo se están adaptando las empresas tradicionales al aumento de esta nueva tendencia?

En el sector inmobiliario, Airbnb creó un punto de inflexión como el mayor competidor en términos de economía colaborativa, extrayendo cuota de mercado a la parte hotelera. Ya existen empresas de modelos tradicionales que han sabido adaptarse, un ejemplo de ello es Room Mate, cadena hotelera española y con presencia internacional. Room Mate ha sabido reinventarse y escuchar los gustos de sus clientes. Sigue manteniendo habitaciones de hotel y además, ofrece apartamentos en rincones estratégicos de las ciudades, sin estar dentro de un complejo hotelero y a precios asequibles.

Vamos a destacar tres puntos en los que la economía tradicional puede imitar las ventajas de la economía colaborativa o seguir dejando que está última le gane terreno paulatinamente:

1- El coste del producto o servicio. La economía colaborativa ofrece un servicio o un producto a menor coste que las empresas tradicionales. El esfuerzo por reducir costes para mantener la competitividad es fundamental, ya que se calcula que el 82% de los usuarios prefiere la economía colaborativa para ahorrar. Casi todos ellos, si la empresa tradicional les ofreciese los mismos precios, regresarían a ella.

2- Facilidades al cliente. El apoyo digital sobre el que se sostienen muchas empresas colaborativas es un aliciente que el consumidor valora y en ocasiones prefiere: la comodidad, disponibilidad, personalización y sencillez son factores claves. Las empresas tradicionales tienen un largo camino por “flexibilizar” tanto la relación con el cliente como el proceso de compra.

3- La confianza. Ésta es un elemento clave de la economía colaborativa que le genera un gran valor. Los perfiles, comentarios y valoraciones de los usuarios aportan conocimiento y confianza al producto/servicio que van a consumir. La mayoría de las empresas convencionales tienen carencias en este aspecto: ambigüedad y una pobre comunicación con el cliente. Potenciar el sentimiento de afinidad y cercanía con la marca y desarrollar mejoras en la experiencia de compra es esencial para mantener la fidelidad de los consumidores.

En conclusión todavía es pronto para saber si la economía colaborativa llegará a ocupar un lugar relevante en el mercado a medio plazo, lo que sí es un hecho es que en sectores como el transporte o el alojamiento, estas nuevas empresas ya son elementos fundamentales y competidores directos del sector tradicional.

Personalmente, espero que al menos estos nuevos jugadores aprieten un poco a las empresas tradicionales y nos demuestren que se pueden hacer cosas diferentes, cubrir insights aún por descubrir y cuidar más a los clientes.

Antía Santos Carballal

Estudiante del Máster de Marketing Directo y Digital, UPF BSM. 

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